Página 251 - Informe_Anual_2012

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5. CUESTIONES RELEVANTES
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infantil afecta, la familia y el entorno dirigida a evitar o minimizar su agravamiento y
a optimizar su desarrollo.
El elenco de normas citadas, los planes y programas descritos así como el modelo
de atención señalado, ponen de relieve el importante avance, al menos en el ámbito
teórico, en la atención a la salud mental de los menores y jóvenes. Estas propuestas
y medidas para garantizar la continuidad asistencial y de cuidados de niños, niñas y
adolescentes, mejorando su salud y bienestar, se han traducido en el incremento de
recursos públicos destinados a este colectivo y el reconocimiento tanto de derechos
subjetivos como de prestaciones en el ámbito social.
Por tanto, justo es reconocer los esfuerzos realizados en los últimos tiempos. Sin
embargo, lamentablemente, estos avances no han sido suficientes. La demanda de
la atención a la salud mental se ha diversificado y ha crecido de manera notable a un
ritmo mucho más acelerado que la dotación de recursos, tal como expresábamos al
inicio de este apartado. Y ello lo corrobora las quejas que recibimos en la Institución.
Unas reclamaciones que ponen de manifiesto los déficits en la atención prestada
a este sector de la población y que nos permiten hacer un diagnóstico bastante
acertado de la realidad.
5.2.5. Principales déficit en la atención a la salud mental infantil y juvenil en
Andalucía.
Llegados a este punto debemos centrarnos en describir cuáles son las
principales
deficiencias
que, como Institución garante de los derechos de las personas menores
de edad, observamos en la atención dispensada a niños, niñas, adolescentes y
jóvenes que padecen alguna patología mental.
En primer lugar, no podemos por menos que criticar la escasa implementación o
puesta en funcionamiento de las acciones contempladas en el PAISMA. Ciertamente,
Andalucía ha sido una de las Comunidades Autónomas que ha establecido tratamiento
específico a la Salud Mental de la Infancia y la Adolescencia aprobando el Programa
señalado. Una acción, como hemos apuntado, necesaria pues las actuaciones
en materia de salud mental infanto-juvenil, aun integradas en las planificaciones
generales, precisa desarrollos específicos que contemplen los aspectos cualitativos
de la población a la que se dirigen.
A nivel teórico, por tanto, se ha cumplido el objetivo. La cuestión que ha de merecer
nuestro reproche, sin embargo, es la escasa materialización e implementación real
en la práctica de los distintos objetivos o acciones contempladas en el PASMIA. Del
mismo modo que tenemos que poner el acento en la inexistencia -al menos esta
Institución no ha podido acceder a esa información- de una estrategia de seguimiento
de los distintos objetivos propuestos y cumplidos.