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Defensor del Menor de Andalucía. Informe Anual 2012
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como consecuencia de la crisis económica, no pueden hacer frente al pago de
sus hipotecas, asistiéndolas en una triple vertiente que abarca la prevención, la
intermediación y la protección.
5.1.4. Actuaciones y propuestas de la Defensoría.
El drama familiar que describimos cuando se pierde la vivienda queda patente
en las quejas que la ciudadanía plantea a la Institución, unas reclamaciones que
ponen de relieve con toda su crudeza la desesperación de muchas personas ante
la impotencia de no poder hacer nada por cambiar una situación que les impide
satisfacer una de las necesidades básicas de sus hijos e hijas cual es la de disponer
de una vivienda digna.
Para ilustrar esta realidad queremos relatar algunos casos que han llegado a la
Defensoría en forma de queja, aunque quizás el calificativo que ha de otorgarse a
estos escritos no es el de reclamación o queja sino más bien llamadas de auxilio y
ayuda.
Traemos a colación, en primer lugar, la situación de una familia (queja 11/48) con
hijos menores a cargo, que se encontraba en una situación económica muy precaria.
No podían hacer frente, por tanto, al pago de la hipoteca, por lo que la entidad
bancaria les amenazaba con iniciar un proceso de desahucio. Los únicos ingresos
provenían de la venta de chatarra y tenían serias dificultades para conseguir los
alimentos básicos que precisaba su hijo pequeño.
Las familias monoparentales, principalmente constituidas por mujeres e hijos,
vienen constituyendo un sector vulnerable de la sociedad al que la crisis azota con
especial intensidad. Ello tiene su reflejo también en las dificultades que tienen muchas
de estas mujeres para hacer frente al sustento de los hijos así como a los gastos de
vivienda, incluidas las cuotas de los préstamos hipotecarios.
Como ejemplo, relatamos el caso de una mujer separada (queja 12/3693) con
dos hijos menores de edad, uno de 15 años y otro de 16 meses. Aducía que el padre
no había atendido regularmente la pensión de alimentos a favor de los hijos, y era
él quien residía hasta el momento en que se dictó sentencia de divorcio. Tras el fallo
judicial la interesada pudo disponer de la vivienda, la cual se encontró con múltiples
destrozos y deudas importantes de luz y agua a las que también tuvo que hacer
frente con diversas ayudas. Pero lo peor era que su ex-marido, durante el tiempo en
que habito la vivienda no había hecho frente al pago de la hipoteca, de modo que
la entidad bancaria había promovido un proceso de desahucio y, en breve plazo, se
procedería a la subasta del inmueble.
También en el caso de la queja 11/3370, una madre se lamentaba de tener que
afrontar una deuda que ella no había contraído. En época de bonanza concedieron a