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Defensor del Menor de Andalucía. Informe Anual 2012
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Es por ello que abordamos en este estudio, de un lado, el impacto que los
procedimientos de desahucios tiene en los niños, niñas y adolescentes así como las
respuestas que están proporcionando las Administraciones públicas andaluzas ante
esta realidad y, por otra parte, ofrecemos algunas reflexiones y consideraciones que
puedan contribuir a mejorar los niveles de protección del derecho constitucional a la
vivienda a las familias con personas menores de edad a cargo.
5.1.2. El impacto de los desahucios en niños y niñas.
Hemos de comenzar recordando que son muchos los textos legales que obligan
a los poderes públicos a asegurar a niños y niñas la protección que sea necesaria
para su bienestar a través del apoyo a las familias. No corresponde en este Capítulo
relatar estos instrumentos normativos, los cuales han sido objeto de un detallado
análisis en la parte de esta Memoria dedicada a la legislación en materia de menores.
Baste recordar que dichas normas consagran el interés superior del menor como el
principio inspirador de todas las actuaciones de los poderes públicos.
Sobre la base de este planteamiento, cuando se produce el desahucio de la
vivienda de familias con hijos a cargo, el interés superior de estos menores debe ser
el factor fundamental a tener en cuenta a la hora de decidir si se practica el mismo,
el modo y condiciones en que este se realiza, así como las ayudas posteriores a las
familias que se han quedado sin el inmueble.
Sentada esta premisa, centrémonos en los efectos que los procesos de desahucio
pueden ocasionar en la vida de los niños y niñas. Así, según los expertos, rabia,
tristeza, ansiedad, negación y una profunda sensación de derrota son los principales
sentimientos que afloran cuando se pierde este bien. El desahucio estigmatiza
mentalmente y en ellos macera una generación con un gran resentimiento social, que
se debate entre el rechazo a la sociedad o a sí mismos. El desahucio, en definitiva,
atenta contra un pilar básico del ser humano.
El proceso es además lento y desgarrador. Se reciben requerimientos de los
bancos y notificaciones de los juzgados, se incrementa la tensión familiar y con ella
los conflictos, y a los distintos miembros de las familias les embarga un profundo
sentimiento de miedo a lo inevitable. Y todo ello a pesar de los múltiples esfuerzos
realizados. Así, no es infrecuente que estas personas demanden auxilio a amigos
y familiares, o contraigan nuevas deudas para hacer frente a las antiguas. Pero
también son muchos los sacrificios familiares que se realizan en estos casos y que
comienzan, por regla general, por una drástica reducción de gastos de alimentación,
de ropa, de electricidad, teléfono, o de actividades de ocio, entre otros.
Pero es más. Si la familia afectada tiene hijos, el proceso de desahucio puede
llegar a comprometer su concepto de la sociedad.