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ese ente indefinido que ha irrumpido con inusitada fuerza en el escenario
político global al que se le ha dado el nombre de “los mercados”
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. Bajo
nuestro punto de vista, lo anterior tiene un doble origen:
1) El traspaso de soberanía nacional a las instituciones políticas
supranacionales no se ha visto acompañado por un avance
correlativo en la legitimación democrática de estas últimas.
Mientras que en el ámbito del Estado-nación se había conseguido
en cierta medida, con deficiencias y sólo en algunas regiones del
planeta determinadas, un mínimo control democrático del ejercicio
del poder político, en el ámbito transnacional esa legitimación y
control se difumina extremadamente. Ya hemos destacado que
el Parlamento europeo, con las limitaciones que se han señalado
de forma reiterada, constituye una excepción en el ámbito de las
organizaciones internacionales, al ser el primer ente supranacional
elegido de forma directa por un proceso democrático. Esta falta
de “sustrato” democrático hace que la ciudadanía no se sienta
representada por estas organizaciones internacionales, y que las
decisiones que emanan de las mismas se perciban en muchas
ocasiones como una imposición ilegítima (especialmente cuando
ponen en cuestión la titularidad y ejercicio de derechos).
2) Falta de capacidad vinculante de las organizaciones
internacionales a la hora de tutelar los derechos que de
forma más directa afectan a las personas. Esta circunstancia
conjuga elementos ciertamente paradójicos y contradictorios
que, uniéndolos a la falta de legitimidad democrática de
la que se parte, está provocando en los últimos tiempos un
sentimiento de perplejidad e indignación a los ciudadanos.
Conflictos como los del Sahara Occidental, Palestina, Somalia,
Irak, Afganistán... languidecen entre múltiples violaciones de
los Derechos Humanos ante la pasividad de las organizaciones
internacionales o, aún peor, con su intervención al servicio de
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Que lanzan “mensajes y advertencias” de una influencia extraordinaria e inmediata sobre gobiernos nacio-
nales y organizaciones supranacionales a través de entidades privadas como las últimamente omnipresentes
“agencias de calificación de riesgo”, entidades que la mesura que debe presidir un documento que aspire a
ser considerado como científico nos obliga a asignarle el adjetivo de “controvertidas”.
La democratización de las instituciones internacionales.