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La situación de los enfermos mentales en Andalucía. Abril 2013
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incluso, de sectores no exclusivamente sanitarios, así como aportar orientaciones
o pautas de buena práctica en este ámbito.
Igual resalte debemos hacer respecto a la Guía de Práctica Clínica de
Intervenciones Psicosociales en el TMG (Ministerio de Sanidad y Política Social,
2009), en desarrollo de una de las estrategias del Plan de Calidad del SNS relativa
a la elaboración de guías de práctica clínica en patologías prevalentes.
Dicha guía viene a establecer una serie de recomendaciones sobre
cada una de las intervenciones rehabilitadoras que propone (psicológicas,
sociales, intervenciones de nivel de servicios e intervenciones con subpoblaciones
específicas), intervenciones que si bien complementan los tratamientos
farmacológicos tradicionales, lo cierto es que un porcentaje significativo de
este colectivo plantea la necesidad de utilizar un enfoque más amplio, en la
que el tratamiento farmacológico se complemente con otras intervenciones
psicoterapéuticas y psicosociales.
La gestión por procesos asistenciales en salud mental que se desarrolla
en Andalucía ha sido resaltada en la evaluación de la Estrategia de Salud Mental
del Sistema Nacional de Salud como único ejemplo de modelo de gestión integrada
de problemas de salud mental.
Desde el año 2010, la práctica totalidad de los dispositivos y
profesionales de atención a la salud mental están integrados en UGC de Salud
Mental, cumpliendo así lo establecido en el Decreto 77/2008, de 4 de marzo, de
ordenación administrativa y funcional de los servicios de Salud Mental , gestión por
procesos que constituye, junto a la gestión clínica, la gestión por competencias y
la acreditación, una de las líneas estratégicas de los Planes de Calidad del SSPA.
En cuanto a la perspectiva farmacológica, somos conocedores de
diversos estudios sobre la correcta utilización del medicamento como estrategia
básica para disminuir la variabilidad de los recursos utilizados y resultados
obtenidos, y ello en relación a las recomendaciones farmacoterapéuticas que
se recogen en la práctica totalidad de los PAI existentes, y cuyas conclusiones
alumbran resultados cuantitativos satisfactorios, destacando como aspectos
relevantes la indicación de pautas posológicas, la selección de medicamentos
de primera elección respecto a los que constituyen una elección alternativa y la
consideración de alternativas no farmacológicas (presentes en una mayoría de
los PAI). Igualmente destacan la alta frecuencia de inclusión de alternativas no
farmacológicas, lo que a la postre supone un avance en la desmedicalización de