Página 257 - Informe_Anual_2012

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5. CUESTIONES RELEVANTES
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población general y los colectivos afectados y profesionales sobre la enfermedad
mental, sobre sus factores protectores y sus consecuencias y luchar contra los mitos y
las creencias erróneas comúnmente aceptadas, garantizar un estilo de comunicación
preciso, integrador, respetuoso, no discriminatorio e igualitario en todas las acciones
de comunicación y potenciar la comunicación interna entre profesionales de la red de
atención a la salud mental.
Este meritorio objetivo no parece que haya desplegado todavía los efectos
necesarios. Y así, continuamos percibiendo un alto grado de estigmatización en los
niños, niñas, adolescentes y jóvenes que dificulta gravemente su integración.
Es por ello que demandamos una mayor labor institucional tendente a la
reducción del estigma que pesa sobre estas personas. Una labor que deberá
desarrollarse, como bien apunta el PISMA, incrementando el grado de conocimiento
de la enfermedad mental. A nuestro juicio, esa comunicación, cualquiera que sea el
instrumento para su transmisión, deberá realizarse teniendo la certeza de que no
sólo llega a sus destinatarios sino que los mensajes son entendidos y provocan los
efectos pretendidos. Los destinatarios han de ser la población general y el movimiento
asociativo, pero también los profesionales que atienden desde distintos ámbitos a las
personas menores de edad.
En concordancia con el discurso mantenido, la siguiente propuesta que planteamos
es la necesidad de
incrementar los
programas de prevención y detección
precoz
de los trastornos mentales de la infancia y la adolescencia.
A tal fin, habráde tomarseenconsideraciónque losestudiosapuntanaquepromover
la autoestima, asertividad, resiliencia, tolerancia a la frustración, autoconocimiento,
educación afectiva, capacidad para la resolución de conflictos, estrategias de
afrontamiento del estrés, hábitos de vida saludables, actividades participativas,
capacidad crítica, etc, en los entornos familiar, escolar y de ocio son herramientas
indispensables para minimizar los riesgos de actitudes y comportamientos que
pueden propiciar la aparición de patologías mentales o agravar sus consecuencias.
Sentado lo cual, hemos de plantearnos dónde deben implantarse estos programas
de promoción de la salud mental. Todas las consultas realizadas señalan a la atención
primaria de salud y al medio escolar. En este último, parece conveniente que dichas
actuaciones se integren de forma transversal en el currículo y se dirijan a toda la
comunidad escolar, ya que las intervenciones que implican a las familias, el alumnado
y profesorado resultan más eficaces.
Los centros escolares y las familias son los entornos más apropiados para una
educación sana que promueva una salud mental positiva y minimice los riesgos de
actitudes y comportamientos insanos que pueden propiciar la aparición de patologías