Página 255 - Informe_Anual_2012

Versión de HTML Básico

5. CUESTIONES RELEVANTES
253
a) Entre las diversas administraciones concernidas: sanitaria, social,
educativa y de justicia.
b) Entre la atención primaria y la especializada del sistema sanitario.
c) Entre los dispositivos de salud mental infanto-juvenil y los de adultos,
para garantizar la continuidad asistencial cuando el menor cumple los
18 años.
d) Entre los servicios sociales de base y los especializados.
e) Entre los sistemas de justicia juvenil, servicios sociales y empleo en
la búsqueda de alternativas al momento de la salida del centro de
cumplimiento.
f) Entre los diferentes agentes del sistema educativo y entre éstos y los de los
sistemas social y sanitario, tanto en la detección de los síntomas iniciales
como en la propia atención educativa de las necesidades específicas que
su tratamiento conlleva. Ello, en ocasiones, limita el ejercicio del derecho
a la educación del niño, niña, adolescente o joven con problemas de
salud mental.
Por último, hemos de aludir a la escasa formación específica en salud mental
infanto juvenil que se ofrece a los profesionales. Esta deficiencia se hace más patente
en el caso de los profesionales de pediatría de atención primaria. Precisamente, esa
escasez dificulta la detección de patologías y su posterior derivación a los servicios
especializados. A lo que debemos unir la ausencia de una especialidad en psiquiatría
infantil que dé respuesta al incremento de los problemas de salud mental en la
población infanto juvenil.
Los procesos terapéuticos y las intervenciones en salud mental en estas edades
requieren una capacitación metodológica y técnica específica. En igual sentido, los
profesionales que desarrollan tareas de atención a la población infanto-juvenil con
problemas de salud mental desde otros sistemas (social, educativo, de justicia, etc.)
deben dotarse de la cualificación adecuada en materia de detección y manejo de
tales problemas.
El protagonismo de los profesionales que atienden desde los distintos ámbitos
a niños, niñas y jóvenes se antoja, pues, vital en la detección de estas patologías,
y solamente se conseguirá una intervención eficaz cuando aquellos gocen de una
adecuada formación en la materia.
La escasa presencia de la salud mental infantil en los planes de docencia se
extiende asimismo a la formación de pregrado, postgrado y continuada en salud
mental infanto-juvenil. La formación que se oferta a los profesionales sanitarios que