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Defensor del Pueblo Andaluz
Las dificultades diagnósticas, ya que el consumo de sustancias
puede enmascarar o exacerbar otros síntomas psicopatológicos, por
lo que es de vital importancia realizar las convenientes valoraciones
diagnósticas en el momento y situación adecuados.
La evidencia de que el efecto de las diferentes sustancias no es
el mismo en personas sanas que en sujetos que sufren distintos
trastornos psiquiátricos.
La falta de precisión a la hora de diferenciar el diagnóstico de abuso
de sustancias del de dependencia o adicción.
Efectuar diagnósticos transversales, la adicción o los trastornos
psicopatológicos, sin considerar un diagnóstico longitudinal que
abarque la totalidad del curso natural de la enfermedad.
La existencia de redes clínicas separadas, la de salud mental y la de
drogodependencias, para tratar a un único enfermo, que presenta
“dos enfermedades” y que ha dado lugar al llamado “síndrome de
la puerta equivocada”: el paciente va de una red a otra sin encontrar
un abordaje integral que le trate y sin parcelar las intervenciones.
La investigación clínica y epidemiológica ha demostrado ampliamente
que la mayoría de los sujetos que consumen sustancias no desarrollan
dependencia. Es por ello, que aquellos que sí la desarrollan presentan
ciertos factores de “vulnerabilidad” que propician el desarrollo de un
Trastorno por Uso de Sustancias (TUS). Entre ellos, es importante
destacar las edad, ya que los Trastornos por Uso de Sustancias se
incrementan desde los 13 a los 18 años y el comienzo precoz es un
predictor de TUS a lo largo del ciclo vital. Por tanto la adolescencia, etapa
de crecimiento y cambios significativos, es un factor de vulnerabilidad
reconocido por todos. Otros factores determinantes son los genéticos
y biológicos, los ligados a la propia sustancia consumida, al sexo,
experiencias traumáticas infantiles o los factores sociodemográficos
(localización geográfica, etnia, cultura, educación, etc.).