E
l maltrato hacia las mujeres es una
lacra social con historia, silenciada
durante mucho tiempo. A pesar de
que todavía queda un importante camino
por recorrer, hemos de congratularnos del
avance experimentado en la lucha contra
este fenómeno. Un avance que se extiende no
sólo a la concienciación social sino también
a la aprobación de medidas legislativas y
recursos públicos destinados a la atención de
la mujer maltratada.
Pero los tentáculos de la violencia de
género no afectan exclusivamente a la mujer
sino que se extienden ineludiblemente a los
menores que conviven ella. Los hijos e hijas
de las mujeres son tan víctimas como éstas,
unas veces porque son asimismo objeto
de agresiones y otras por su condición de
testigos de la violencia ejercida contra sus
madres. En ambos casos, les toca vivir en un
ambiente con comportamientos destructivos
y modelos de conductas negativas cuyas
consecuencias se dejarán sentir a lo largo de
sus vidas.
violencia de género
El Defensor del Menor analiza el impacto
de la
“
Los menores son víctimas
propias en el infierno de
la violencia de género.
Las respuestas deben ser
específicas y muy atentas a
cada caso tratado..
”
en las personas
menores de edad
Ocurre, sin embargo, que los recursos
públicos y la protección que reciben estos
niños y niñas no han evolucionado al
mismo compás que la asistencia a la mujer
maltratada. Ciertamente, su atención se
encuentra íntimamente ligada a la de sus
madres sin tener en cuenta que deben
ser acreedores de una atención específica
adaptada a sus características.
89
6
los informes especiales