Página 21 - Informe Anual del Defensor del Pueblo Andaluz 2012 OK

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I.- EL DEFENSOR DEL PUEBLO ANDALUZ ANTE LA CRISIS ECONÓMICA.
Alcanzamos ya los cinco años desde que el Defensor del Pueblo Andaluz
decidiera incluir en su dación de cuentas anual al Parlamento de Andalucía un apartado
dedicado expresamente a analizar los efectos de la crisis económica en nuestra
Comunidad, especialmente por lo que se refiere a su afección al ámbito de los derechos
fundamentales de la ciudadanía y, muy particularmente, en relación al ejercicio y disfrute por
la misma de sus derechos sociales.
A lo largo de estos cinco años hemos comenzado siempre este apartado del
Informe Anual tratando de situar lo ocurrido durante el año objeto de análisis como parte del
proceso histórico de una crisis económica que se prolonga de año en año. Para ello hemos
recurrido al recurso estilístico de etiquetar con un título alusivo cada uno de los años
transcurridos desde que la misma comenzara a dejarse sentir en 2008.
Así, hemos descrito 2008 como el año en que Andalucía despertó del sueño
ilusorio del crecimiento económico sostenido para descubrir la dura realidad de los periodos
de recesión que ineludiblemente suceden a los de crecimiento. 2009, como el año en que
los efectos de la crisis económica se extendieron y generalizaron por la sociedad andaluza,
produciendo una suerte de
socialización del sufrimiento.
2010, lo definimos como el año en
que se produjo la
profundización del sufrimiento
entre los sectores más débiles y más
expuestos a los efectos de la crisis. Por último, 2011 fue etiquetado como el año de la
institucionalización de la crisis,
en la medida en que considerábamos que había sido durante
ese año cuando toda la sociedad y los grupos y colectivos que la integran, sin exclusiones
de ningún tipo, habían debido rendirse a la evidencia de que la crisis había venido para
quedarse y de que ya no podíamos seguir ignorándola y confiando en una recuperación que
no acababa de llegar.
Llegados a este punto, ¿cómo describir 2012? Sinceramente, no encontramos la
etiqueta o la frase que nos permita describir con suficiente precisión la cruda realidad que
ha representado este año que acaba de concluir. Sencillamente, lo que ha ocurrido durante
2012 es que la crisis económica ha fagocitado nuestra realidad, lo ha impregnado todo, se
ha convertido en el eje ineludible sobre el que parecen girar nuestras vidas y ha ocupado
con su presencia ominosa el devenir cotidiano de una sociedad cada vez más angustiada y
cuyo estado de ánimo oscila entre la desesperanza y la indignación.
Y no es de extrañar que la crisis haya alcanzado tal relevancia y tanta
preeminencia en nuestras vidas, basta con dar un vistazo a los datos que expresan en
magnitudes como ha evolucionado nuestra realidad social y económica durante 2012 para
comprender que nuestro presente y nuestras expectativas de futuro están íntimamente
ligadas a la evolución de nuestra situación económica.
Cuando en el pasado Informe Anual repasábamos los datos que había dejado la
crisis durante 2011 describíamos los mismos como ―desoladores‖. ¿Qué término podríamos
utilizar ahora para describir los datos de 2012? ¿Cómo calificar los datos del paro? ¿Qué
etiqueta puede definir el drama social que evidencian los datos sobre desahucios? ¿Cuál es
el término apropiado para describir el incremento experimentado en las tasas de pobreza y
exclusión de nuestra comunidad?
Posiblemente la mejor respuesta a estas preguntas retóricas sea dejar que sean
los propios datos los que se describan y califiquen a sí mismos y a la realidad que
representan.